El Agradecimiento



Es fundamental que aprendamos a ser agradecidos.
A nuestros hijos hay que encaminarlos desde el comienzo por la senda reluciente del agradecimiento.

La persona agradecida siembra bien y bienestar, construye Shalom, equilibra el mundo, es puntal de la creación.


Entre otras virtudes el agradecido aprende a valorar las cosas y a mitigar el ansia.

Uno que agradece sinceramente, está reconociendo el valor de lo que ha recibido.

Estima según la medida de su capacidad, para encontrar que bien vale la pena eso que ha obtenido, por lo cual está agradeciendo.

Así pues, el agradecido es también alguien que evalúa, suponemos que correctamente, y por tanto fortifica su auto-estima, que es como uno mismo se valora; así como favorece la estima del prójimo.

Es alguien que no despilfarra.


Además el agradecido aprende a mitigar el ansia.
No es ansio-so, pues no anda buscando más y más llenarse, sino que se satisface con equilibrio.

Busca quizás el progreso, el crecimiento, el mayor bienestar, pero no se afana obsesivamente en eso, ni se desbarranca detrás de sus banales deseos.

Por tanto, querido noájida, recuerda enseñar a tus hijos a ser agradecidos, contigo, con tu pareja, con la familia, con todo aquel que es merecedor de agradecimiento, pero especialmente hacia el Eterno.

Y ya sabes, el mejor modo de enseñar es con el ejemplo.


¿A cuántos has agradecido hoy por todo lo que te ha tocado recibir?